Integración natural y organizacional



Todos, como seres humanos, llevamos tatuados en nuestro ADN cualidades propias de la naturaleza que afloramos a lo largo de nuestra vida. Muchos las identifican y las cultivan, las desarrollan y provocan la evolución. Otros las desechan por conveniencia o timidez. En fin, tenemos la capacidad de actuar naturalmente para desenvolvernos en sociedad.
La empatía y la comunicación son los principales dones que descubrimos al nacer y crecer. Naturalmente socializamos y nos comunicamos. Somos capaces de reconocer, de acuerdo a nuestra genealogía y experiencias, ensayo y error, que somos vulnerables a los estímulos externos, y de allí tomar decisiones.
Es la integración natural con nuestro medio ambiente, partiendo de nuestra psiquis y el conocimiento que tenemos del entorno. Es parte importante para hacernos felices.
En las organizaciones se aplica de igual manera, pero bajo estrategias encaminadas a estimular el trabajo para producir. Pero estos conceptos ya no son tan radicales ni inflexibles.
La integración organizacional se erige hoy como la principal herramienta empresarial del paradigma ganar – ganar, a lo interno. Incluso, debemos permitir que esta integración fluya en la empresa de manera natural y aprovechar sus consecuencias para que el recurso humano esté altamente estimulado al éxito, al logro.
Desde que pisamos la empresa se inicia este proceso que a veces pasa desapercibido, mientras otros lo “obligan” bajo esquemas ortodoxos y arcaicos, desatendiendo que la gestión del personal se ha hecho más humana. Es decir, los departamentos de recursos humanos ahora sí apuntan a su esencia y fin último: el ser humano.
Tengo experiencias de grupos maravillosos de trabajo en los que integrarse es como caminar. Fluye todo, empatía, solidaridad, compromiso y honestidad entre sus miembros. Incluso competencia, como es natural entre grupos homogéneos de profesionales. Pero sin agresión ni antipatías. Y en el caso venezolano se agrega un poco de ese buen humor que hace que cualquier espacio se cargue de la energía propia de las sonrisas.
Así allá debemos apuntar para que nuestras empresas sean emocionalmente inteligentes; hacia una integración natural bajo esquemas de organización que permitan el dinamismo y crecimiento de acuerdo a los objetivos planteados. Propiciar conocernos entre sí para actuar mejor en conjunto.
Los trabajadores de hoy lo agradecen, aunque no lo expresen a viva voz, y sentirán a la organización tan suya como sus propietarios.

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