El rebranding woke y los extremos

Sin dudas, los extremos son malos. Desde que nos dijeron "todos somos iguales", nos olvidamos de que todos somos diferentes. Por esto, lo que funciona para pocos, no funciona para muchos y viceversa.

De ahí que en marketing segmentemos al público, estudiemos el mercado y adaptemos el mensaje a la funcionalidad del producto con respecto a cada grupo social. De esta forma se hace click; conectamos.

Las marcas van adaptándose , especialmente las que han sobrevivido a los avatares del tiempo y la transformación cultural. Pero las marcas también tienen una esencia y personalidad que no deben perder por querer "cuadrar" o "encajar" con todos.

El movimiento woke surgió en EEUU para encarar la discriminación racial, y evolucionó en su conceptualización para defender el empoderamiento femenino y la diversidad sexual, entre otros derechos. Sin embargo, ha tocado extremos y hoy es criticado por ser discriminatorio per se. Pero esto es tema de otro debate.

Recientemente conocimos, según la Agencia Europea de Fabricantes de Automóviles, que Jaguar apenas vendió 45 unidades en el viejo continente durante 2024, una caida de 98%.

Y los analistas se lo adjudican a una campaña publicitaria polarizante en la que obviaron la conexión emocional con la audiencia tradicional, la que ha mantenido viva a la marca, a cambio de buscar "clientes" o ser aceptados entre las nuevas generaciones y la comunidad sexodiversa. Y esto está bien aunque les salió mal en cuanto a rentabilidad.

En nuestra era, el comportamiento de las audiencias es sumamente volátil. Por ello, las marcas y empresas deben valorar la fidelidad, hoy más que nunca, sin temor a explorar nuevos nichos y probar tendencias.

Construir, deconstruir y reconstruir marcas es una labor de minuto a minuto, pero sin perder el foco. Todos cabemos y, lo mejor, es que somos diferentes.

#HazteFeliz

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