Renacer



En el reverbero, humeante aún,
quedaban rastros del adiós,
sin despedirse y sin hora precisa.
Sus ojos ennegrecidos
de lágrimas insípidas,
anunciaban el vuelo lejano,
sin retorno y de pesada carga
en alma y la mirada.
Dio la vuelta y siguió,
la salida se hizo eterna
y los pasos lentos y cansados.
Volvió a quemar las ganas
y a dibujar el nuevo camino,
con piedras y gemidos,
seguramente,
pero suyo,
deslastrado.
Y el alba despunta,
se hace vida,
y se hace fuerte,
sol y lluvia.




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