Nostalgia


Enredado en mil hebras,
por la partida de tu memoria,
cobijaba el último instante de paz,
el último aliento; tu voz.
Zigzagueaba en los caminos del sinsentido,
perenne y lúgubre,
como el hierro forjado,
que no se desvanece.
Atado había quedado
al recuerdo y el sinsabor.
Pero mientras anhelo volver,
mantengo la fe que nutre el sueño,
la esperanza encerrada en el balcón.
Te pienso, te miro al despertar.
¡Vivo!

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