Ladrón de flores

Recuerdo que cuando andaba por los 15 ó 16, mi deporte favorito era robar...
Me robaba los peluches que mi hermana coleccionaba, y se los daba a mis noviecitas del momento... me robaba instantes de noche en el teléfono cuando todo se controlaba para no pagar tanto en la cuenta...
Me robaba horas del permiso que no me daban mis padres para dedicarlo a ese beso que nunca podía darles porque simplemente me sentía tan cohibido que sólo una mirada bastaba al final...
Luego, un poquito más grande, y desprendido del no saber, comencé a robar flores...
No hubo una casa de vereda alrededor de mi casa, en La Pomona, donde quedaran rosas (mis favoritas) para llevarle a las niñas, incluso a mi madre, quien me reprendía de último por haber cortado tan preciado obsequio... Al final sonreía...
Y es que no faltaron nombres para las rosas... Faltaron rosas para regalar, como dije a mi hijo una vez, flores a una sola mujer...
Sigo robando flores, aunque a veces no las consigo y tengo que meterme en cada peo para sacarlas...
Soy un ladrón, de flores, de rosas, de todos los colores, cuyos pétalos no guardo...
Los entrego como parte de mi voz, que a veces no habla; como parte de mi cuerpo, que vive sintiendo....
Hoy vi unas rosas amarillas, de esas de tregua... Están robadas..
Para entregártelas al entrar, y sepas que apenas pude cortarlas... pero valió la pena...
Deshojo el alma a veces, cuando todo parece acabar...!

Comentarios

Entradas populares