Son mis hijos...

Todos los hijos, son mis hijos.
Estuve toda la noche jugando,
y me encontré con la vida de la vida,
con el sueño del sueño,
con las ganas de las ganas.
Tres niños, uno de 4, otro de 6 y otro de 7,
que jugaban a comerse al mundo
mientras yo trataba de controlarlos.
Error.
Ellos ya son imagen y espejo
de nuestras ideas y proyectos de vida.
Son parte de la sangre
que corre por los pulmones,
como dice Santiago David, el de 6.
Mientras Quique, el de 4, razonaba más
que sus primos y hermanos,
aunque dependía de la vida de ellos
para soltarse.
Arturo, el de 7, deja en cada experiencia,
su ámbito eterno, sus ideas en confrontación,
a la espera de la conciliación.
Hoy me volví más viejo y más nuevo.
Hoy me sentí más útil y más tierno.
Porque es que todos los hijos
de mis amigos…
son mis hijos…
Y todos los hijos del mundo,
son mis hijos.
Benditos sean…
Ah… Y todos rezan su “angel de la guarda”…
para no dejar…
Por si acaso, dice uno… ya de grande…

Comentarios

VERO dijo…
Ellos son y serán parte de nuestras vidas... Los que están y los que vendrán... Porque todos son nuestros...

¡TODO, Torcuato Feliz!

Clementina...

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