Sólo cuando llueve...


Estuve en Mérida hace unas horas, durante casi cuatro días.

Santa Bárbara Airlines fue la operadora aérea que me enrutó. Y qué valor para enrutar a seres humanos.

De Maiquetía a Mérida, en un avión que creo es de los 80, bimotor y de hélice. En un momento pensé que iba hacia la Gran Sabana, pues hacia esos predios sólo han accedido aviones de este tipo.

Mamá, en Maracaibo, rezaba copiosamente, pues recordaba el episodio trágico que no querría que su hijo pasara. Yo.

El vuelo de ida? excelente. El vuelo de regreso, con todas las melodías del desencanto. El aeropuerto Alberto Carnevalli supuestamente cerrado. Pero no. Era la prestadora de servicio la que no podría despegar.

Nos enviaron a El Vigía ( y disfrutamos el trayecto aunque el taxista iba como Raikonen a punto de perder milésimas de segundos para ganar). Allí aguardamos casi dos horas para saber que finalmente nos iríamos en un avión de Aserca (cuyos dueños son igualmente de la bárbara).

Lo màs triste fue ver un avionzote, molléjúo, de Santa Bárbara en las áreas internacionales del aeropuerto. Ese sí está pepito. Ese sí estaba fino. Para llevar y traer extranjeros, lo mejor, pero para nosotros que viajamos de pueblo a pueblo, hubo sólo un bimotor de hélice más viejo que mi bisabuela.

Por eso es que cuando llueve es que nos recordamos de Santa Bárbara... porque sin ley en el IAA C y sin protesta de un pasajero, las aerolíneas hacen con los venezolanos, nosotros, lo que les da la gana...

Y esto no es cuento... es historia

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