Aquí no se habla de guerra...


¿Sabían que según algunos pensadores, la guerra es una de las formas más comunes de relacionarse entre seres humanos desde que sabemos de nuestra existencia?
Para nosotros los venezolanos, que dejamos de hablar de guerras hace casi un siglo porque las teníamos aquí mismo, dentro de nuestro suelo, lo que acontece hoy nos sabe amargo, no lo deglutimos, lo pensamos y no lo creemos; lo escuchamos en la boca de los demás, en la de nosotros mismos, y suponemos es el capítulo último de una historia que nunca quisimos.
Si mal no recuerdo, fue en la década de la “tormenta del desierto” gringa cuando aquí se habló de guerra, por lo menos en mi generación (casi cuarentona hoy).
Recuerdo que estábamos en La Columna, allá en Maracaibo, y el mismo día publicamos una edición especial que dirigí y monté junto a Alirio, Mercedes, y Carmen Teresa. Fue un tubazo vespertino que recorrió a Maracaibo, pero que se apagó al día siguiente. Era sólo eso. Hablábamos de una guerra que no era nuestra, que nos dolía por las imágenes que se transmitían por primera vez “en vivo” de encuentro bélico alguno. Pero no hablábamos de guerra.
Y a éste “revolcón” le siguieron otros y en otros países, unos con más bombas que otros, más cerca o más lejos, pero nunca hablamos de guerra.
Y es que no hablamos de guerra no por ser indiferentes ni dar la espalda a la realidad de ese mundo de “relaciones” entre seres humanos tan común: la guerra. No.
Era porque preferimos hablar de paz, de vida, de sencillez, de trascendencia desde lo más pequeño, desde el gesto menos señalado. Preferimos hablar de nosotros, del color de las hojas y el cielo; del trinar de las guitarras cuando nos reuníamos, y así alejábamos nuestros pensamientos irritantes cuando se nos ocurría pensar en alguna guerra.
Hoy nos llega la nuestra, la que nunca quisimos y siempre “combatimos”, aunque suene contradictorio. Porque nuestro combate es silente, el del verbo y la razón; de la lógica y comprensión; del corazón abierto y del perdón.
Los perros de la guerra hablan de que en este siglo XXI, el que debería ser de mayor luz, todas nuestras guerras serán llamadas de “cuarta generación”.
Para mí podría ser la guerra de última generación... porque se acaba la humanidad en su amplio contexto.

PD: Enseñémosle a los políticos, cómo se habla de paz.

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