Peligro: trabajar en casa atenta contra ti


Barrigón, barbudo y buenísimo.



La panza crece como el pelo, un centímetro o más a diario. Te ves al espejo y sigues creyendo que la barba de Brad Pitt te queda como a él. Y te pones dócil con los clientes, aliados o similares: todo lo que te pidan, a la hora que sea, se los das, porque estás en la casa, con la computadora al lado de la cama. No hay domingo relajado. ¡Y qué problema hay con volver a prender la máquina y hacer lo que pidan, si, total, no te cuesta ¿nada?!

¡Qué vaina tan buena es trabajar en pijamas! Perder la noción del tiempo, el espacio, la calidad de vida y la independencia. Sí, la independencia.

Se forja un camino, suave y delicado, de la computadora a la nevera; de la computadora al baño; de la computadora a... Y así transcurre el día a día más estúpido de la vida, pero creemos que nos la estamos comiendo.

Ya no estamos en la calle. Muchos preguntan "qué es de la vida de... que tengo tiempo que no lo veo". El dinamismo, el movimiento natural del ser humano, quedó para las teclas. Ahí sí se mueven los dedos.

Pero nada más, porque las nalgas se achatan día a día, la columna se dobla como arco de tiro y, cuando nos disponemos al supuesto descanso, solo pensamos "qué arrechos somos, que dedicamos 18 de 24 horas a trabajar en casa". Nos estiramos y caemos como plátanos, mamados de tanto golpe al cuerpo sin ser boxeadores.

Recuerdo que cuando trabajaba únicamente como periodista o editor, el norte era no llevarse trabajo a la casa. Incluso, los gurúes de la filosofía organizacional recomendaban cumplir las horas previstas en el trabajo, y relajarse en la casa. Porque para eso es el hogar, para DESCANSAR.

¡Hay que hacer algo! ¡Esto no puede seguir así! Y creo que lo mejor es hacer conciencia de lo que está ocurriendo y de cuánto peligro hay en trabajar desde casa si no ponemos límites al trabajo, separarlo de la casa y no seguir pensando que tenemos un bunker.


Y de eso saben los gamers. ¿O no...?

La mente y el cuerpo no lo resisten. No por mucho tiempo. ¡Que se los digo yo...!

#HazteFeliz

** Dedicado a las nuevas generaciones. Yo tengo 52 años y sigo creando (o intentando). Que no se los lleve la ola...

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