Política y ego
La evolución del marketing político ha sido vertiginosa en los últimos años. Y añadiría que drástica e incontrolable, con pésimos resultados para quienes se han desbocado en eso de exacerbar el ego sin importar qué piense / sienta quien recibe el mensaje, mucho menos sin importar si es entendido. Lo importante ha sido borreguear el rebaño a votar, y luego ¡chao! Si te he visto, no me acuerdo.
Venezuela ha
sido un laboratorio excepcional de lo que no se ha de hacer en estas lides. Vamos
contracorriente. Cada vez es más usado el culto a la personalidad aunque los marketers
lo nieguen o traten de disfrazarlo.
Lo que no
terminan de entender es que las audiencias también han cambiado, han abierto
los ojos, ya no son tan ingenuas como en otrora. Los mesías ya no tienen
impacto y los ególatras con poder no pueden mantener las máscaras que ocultan
sus verdaderas intenciones.
O conectas
tus actos, los hechos, la realidad, o estás fuera del juego. En política hay
que ocuparse, no ocupar a los demás en “mi nombre”.
Cabral
escribió una vez "Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno,
serían buenos aunque sea por negocio".
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