Vocación, universidad y trabajo



La depauperación del sistema es indetenible, aunque a veces imperceptible, por aquello de “hacernos los locos” o “aún no me ha tocado”, pero al principio, a mitad o al final del camino, siempre nos topamos con el episodio que nos obliga a exclamar ¡qué pasa en el mundo!
Leía un post de una colega comunicadora en el que hacía catarsis ante la realidad del mercado laboral. Palabras más, palabras menos, su clamor obedecía a que los candidatos para trabajar en equis empresa, enviaban sus solicitudes de empleo y cuando se les convocaba, no asistían, sin razón aparente.
El entorno país adolece, desde hace diez años o más, de interés genuino  y coherencia en torno a lo que queremos. Y aunque ningún ser humano está seguro de su destino, siempre hay herramientas que utilizamos para descubrir la vía que nos hará plenos (al fin y al cabo, la vida es una serie de descubrimientos sobre nosotros).
En cuestiones laborales comparto una frase de Carlos Fraga sobre apasionarnos por lo que nos toca, y no esperar encontrar el trabajo ideal para apasionarnos.
La vocación para el trabajo no tiene que ver con un oficio determinado, sino con el interés por la excelencia, la conciencia de que estás hecho para el trabajo y que el trabajo proveerá herramientas y recursos para crecer en lo personal y profesional. Sin esta conciencia, no habrá éxito.
Cuando saltamos del liceo a la universidad hacen una medición de nuestra capacidad, mas no de nuestra vocación. Aún recuerdo los exámenes “vocacionales”, que no eran tales. Solo medían si servíamos para equis carrera, si teníamos las herramientas cognoscitivas para asumir la profesionalización de lo que nos gustara.
Pero no nos preguntaban qué queríamos ser ni si sabíamos lo que eso representaba. Dar el salto del liceo a la universidad es un paso importantísimo que hasta moldea nuestro futuro cercano e incluso, a muchos, los atrapa en una frustración al verse acorralados por “esto no era lo que yo quería”.
Pero si adelantan esta etapa, hay otro paso más determinante que es salir al mercado laboral. Ni en el liceo y la universidad nos preparan para poner un pie en la jungla que es el mercado laboral, donde debemos estar más convencidos aún de quiénes somos, qué queremos, hacia dónde vamos.
Por el contrario, muchos terminan por abandonar oportunidades de oro simplemente porque no estaban preparados emocionalmente, a pesar de haberse graduado summa cum laude.
Por ello es tan importante la vocación. Hacer que los niños y jóvenes de hoy la descubran, y de allí iniciar la toma de decisiones asertivas que les permita visionar un futuro seguro, independientemente de lo económico, es nuestra tarea de adultos, de formadores dentro y fuera de las aulas de clases, con nuestros hijos y los hijos del mundo.
De la vocación al trabajo hay mucho que recorrer, como al principio lo comentamos: La vida es una serie de descubrimientos sobre nosotros.
El éxito y la felicidad dependen muchísimo de conocernos, y aplica para el trabajo como nunca en estos tiempos.

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