Luz en Navidad



Nosotros, los mortales, nos abarrotamos tanto de la cotidianidad que cada minuto, cada día, cada mes, olvidamos que existe alrededor un sinfín de detalles, que nos pueden hacer felices si queremos y, aunque a veces pasan desapercibidos, nos llenan el alma, el espíritu, nos hacen más fuertes sin abandonar la humildad ni el sentimiento.
Cada Navidad ha sido distinta para todos. Evaluamos el tránsito de nuestro verbo, de nuestros pasos, de nuestros actos, y casi siempre terminamos en saldo positivo. Porque así tiene que ser. El ser humano no puede rendirse ante lo adverso ni lo inexplicable.
La partida de seres amantísimos; la lejanía de los hijos; la alegría del hogar distante desde hace años; los desamores y los amores, tienen un porqué. Hay sentido para todo, aunque a veces tardemos en reconocerlo. O simplemente, pasemos la página para no guardar lo que nos duele, que siempre queda muy hondo en el corazón.
Esta Navidad es tan distinta como las anteriores. Éxitos, melancolía, nostalgia, alegría, años nuevos en el calendario del cuerpo; regalos de Dios y beneficios de la unión familiar, han estado presentes aunque no nos quede ni un quinto; aunque con esperanza no se vaya al mercado.
Pero sigue existiendo la llama que encandece cada vez que flaqueamos; el halo alrededor de la vida que nos impulsa a dar el siguiente paso. ¡Y es que tenemos que darlo! ¿Cómo no?, si apenas volteamos y podemos dejar este mundo por cualquier circunstancia.
Hoy le pido al Altísimo fuerzas para quienes pensamos que todo oscureció; pido paciencia para quienes creímos que todo estaba perdido; sabiduría para quienes andamos en caminos truncados y sorteamos la vida como una montaña rusa, queriendo gritar para soltar las desavenencias y vomitar los sinsabores.
A todos les digo, y me digo: Hay, más allá del arcoíris, un mundo por delante que nos dejará de pertenecer cuando Dios nos llame a su lado. De resto, hagamos como dicen Benedetti: Que nuestra sonrisa se convierta en arcoíris.
La luz está dentro de nosotros. Indaguemos y la encontraremos cada vez que queramos.

Dedicado a mi tía Luz Marina que dejó este plano mundano y terrenal para iluminarnos sentada al lado del padre, sonriente y con la bendición para todos a flor de labios.
Te amamos, Luz Marina.

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