Conocí la noche...

Durante más de dos décadas la atraje, la hice mía sin conocerla…  Apenas la había visto completa, en sus horas, en sus segundos, a escondidas, sin penetrar en ella…
Comencé a tocarla, a oler su aroma, a ataviarme de sus ropajes y colgar al final los hilachos…
Estaba ahí cada día, antes de la penumbra, del ocaso, aguardándome, invitándome a tocarla; suave e intensa, anónima, pero ahí, presente para mí…
Relajada la encontraba en cada cruce de esquina, sin voltear a algún lado más que el de los días sin fin que atravesaba para hallarla; seria y sin humor, cargada de nostalgia y perdida en la sombra…
La hice mía poco a poco; la estrujé hasta el cansancio y no cedía; me daba vida, quizás por algún gen perdido de mi padre que se coló en mi concepción…
La hice mía, me enamoré de ella; la seduje y dejé que me conquistara. La palabreé y me reviró…
Siempre ha sido mía, no la puedo perder aunque quiera… Aunque apenas a las diez me obligue…
Ella es mi noche, cada noche, como el labriego que no descansa, que fecunda su amor en medio del campo inhóspito y trabaja hasta que ve a sus hijos encaminados…
Es mi noche, a quien conocí pero me falta…
Porque aunque quiera tenerla se me escapa, para despertar afortunadamente sin pensarla…

Comentarios

Carol Camacho dijo…
Excelente idea Gerardo de hacer ese blog, tienes una pluma muy exquisita y romántica, este espacio nos permitirá leerte y saborear esa musa que propone ser feliz. Enhorabuena colega

Entradas populares