Y estás, a ojos cerrados...


Sonriente moví mi rostro, no veía nada, pero todo estaba allí. Cargado de emociones y explicaciones únicas.
Sonriente fallecí ante tanta nostalgia en que se convirtieron mis días en otoño.
Cerré mis ojos y pude ver las ganas, sentir el aliento y suplir la intensidad de tus besos.
Por eso, cuando sueño, termino amontonando la vida para impedir morir... en tus brazos.. en tu vientre...
Cuando sueño, vienen a mí sólo los espacios donde te besé...

Comentarios

Entradas populares